miércoles, 19 de diciembre de 2012

A Manuela Féliz

Xiomarita Pérez
xiomaritabaila@gmail.com

No me lo creerán, pero parte de lo que plasmo aquí lo estaba escribiendo en un pie informativo en el facebook y mis palabras fluyeron tan sutilmente que le di a cortar y pegar para dedicarle esta humilde columna a una compañera del Ballet Folklórico de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Es Manuela Féliz, mujer que compartió conmigo muchos años en el grupo universitario, y luego de madurar esas experiencias maravillosas nos fuimos tratando, seguimos compartiendo, siempre observando su trabajo danzario, porque es profesora en la Escuela Nacional de Danza y en muchos viajes, dentro y fuera del país, la he integrado. Después que sale del grupo hacemos más química. Es enferma con la música, con el baile. Le encantan sus “trapos”, esos que delatan una cultura, se siente feliz siendo como es, porque es una mujer segura. Tiene una familia bien linda, la que ha integrado a sus trabajos, porque tiene bastante. Si invito a Manuela a “Junumucú”, sin saber qué es, dónde queda, ella está lista con sus bártulos a cuesta para acompañarme. En fin es fácil de tratar, por el entusiasmo que lleva dentro.

A Manuela la considero una de las mejores y pocas bailadoras folklórico-populares que existen en nuestro país con estas características: espontánea, solidaria, se adapta a todos los ambientes, disciplinada, segura, sociable, profesional, receptiva, no es mitómana y ha integrado la familia a su trabajo. Además de intérprete o ejecutante, es conocedora de todos los ritmos folklóricos del país y de otros países. No hace alarde de sus conocimientos y siempre está en bajo perfil, hasta que suena un gagá, un mapalé, un priprí y por eso la considero un orgullo nacional. Manuela, las virtudes de una persona hay que expresarlas en vida y si es posible plasmarlas para la posteridad. Seguiremos compartiendo esos momentos donde aprendemos de las personas que hacen el folklore, ese folklore originario que tanto amas, que tanto disfrutas, que lo haces con tanto desprendimiento, tan espontáneo que no notas el aporte que has hecho.

Este reconocimiento público no es para que tu familia se sienta bien, porque ella lo sabe y te ha acompañado en tu trayecto y proyectos sino para que la sociedad te valore en tu justa dimensión.

Fuente Listin Diario

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