En estos días de mi despedida de la Dinafolk, comencé a recordar cuán valioso
es trabajar en equipo, aportando ideas, sugiriendo cosas y sentir que la
institución en la que laboramos nos duele.
Existen dos seres que son los protagonistas de esta columna, porque me acompañaron desde el inicio de mi gestión en 2004. Una es Lourdes Ivette Reyes, que aunque fue nombrada por sus conocimientos asistente administrativa, tuvo que fajarse también a realizar labores de corrección gramatical y de estilo, porque también es experta en esos menesteres.
La otra es María Mercedes Jiminián, asistente de la Dirección, que aunque sus conocimientos son relacionados con números, ha sido capaz de brindar apoyo en la Dinafolk en cuanto a digitación, índice onomástico, y lo más importante fue darle seguimiento a mi agenda institucional para que hoy alumbráramos las Memorias: Creación y gestión.
Esas dos chicas están preparadas para impartir talleres, orientar a los visitantes dándoles informaciones sobre la cultura tradicional, no sintiéndome nunca imprescindible, porque mi deseo fue ser multiplicadora y que ellas sigan el camino del aprendizaje sobre el área, como dominicanas que son, con el deber de defender nuestra identidad. Durar ocho años conmigo no es un “fly al cátcher”, porque soy exigente y esa exigencia mía ha servido para que ambas hayan madurado en el trabajo y que se sientan parte de la institución siendo leales, honestas y discretas.
Existen dos seres que son los protagonistas de esta columna, porque me acompañaron desde el inicio de mi gestión en 2004. Una es Lourdes Ivette Reyes, que aunque fue nombrada por sus conocimientos asistente administrativa, tuvo que fajarse también a realizar labores de corrección gramatical y de estilo, porque también es experta en esos menesteres.
La otra es María Mercedes Jiminián, asistente de la Dirección, que aunque sus conocimientos son relacionados con números, ha sido capaz de brindar apoyo en la Dinafolk en cuanto a digitación, índice onomástico, y lo más importante fue darle seguimiento a mi agenda institucional para que hoy alumbráramos las Memorias: Creación y gestión.
Esas dos chicas están preparadas para impartir talleres, orientar a los visitantes dándoles informaciones sobre la cultura tradicional, no sintiéndome nunca imprescindible, porque mi deseo fue ser multiplicadora y que ellas sigan el camino del aprendizaje sobre el área, como dominicanas que son, con el deber de defender nuestra identidad. Durar ocho años conmigo no es un “fly al cátcher”, porque soy exigente y esa exigencia mía ha servido para que ambas hayan madurado en el trabajo y que se sientan parte de la institución siendo leales, honestas y discretas.
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