Por Roberto Gerónimo
El anuncio hecho por el comunicador Alipio Cocco Cabrera, a través del programa meridiano de “Extremo a Extremo”, donde adelantó su próxima renuncia de la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte) para poder optar por el premio Casandra en la categoría de Comunicador Destacado en el Extranjero, fue sorprendente.
Ya se rumora una próxima estampida de renuncias de las filiales de Acroarte, sobre todo de Nueva York y Miami, de colegas que por el campanazo de esa nominación (Comunicador Destacado en el Extranjero) quedarán atrapados en el gancho, como el incauto roedor atraído por el delicioso señuelo.
Es formidable que a comunicadores destacados en el extranjero se le tome en cuenta y se le reconozca su labor internacional, eso no tiene nada de malo; la maldad está cuando se le exige su renuncia de Acroarte seis meses antes de la celebración del Premio Casandra, para poder participar en dicha categoría. Bárbaro!
Es la primera vez que se ha escuchado un incentivo creado por una asociación de profesionales para desintegrar la misma.
Lo que ha costado tiempo y sacrificio y en lo que se supone debe trabajar una institución día con día para lograr establecer que un conjunto de profesionales se unan en pos de un bien común, ahora parece que, en la mente de los que rigen a Acroarte en estos momentos, resultaría un logro lanzar un premio para reconocer la disociación de Acroarte.
Son muchos los discursos que hemos escuchado, en los que presidentes, directivos y aspirantes de Acroarte destacan que la Asociación de Cronistas de Arte no existe solo para hacer un premio…mientras, por otro lado, se avala una categoría para poner a los miembros radicados en el extranjero a escoger entre la estatuilla o la renuncia?
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