Escrito por Angela Peña
Es como biblioteca ambulatoria, hemeroteca rodante, asesor de cabecera que permite viajar por la senda de tradiciones, costumbres, mitos, cultos, herencias, para presentar al dominicano de ayer y hoy en sus manifestaciones múltiples.
Representa 80 años de vida nacional reflejados en miles de trabajos publicados en libros, revistas, periódicos, boletines, suplementos culturales que han existido en el país desde 1927 hasta 2007.
Xiomarita Pérez se encargó de compilarlos para agregarlos a las voluminosas carpetas de los diarios que comenzó a recortar y guardar en su época de estudiante, cuando ya estaba definida su pasión por el folklore.
Ahora acaba de publicar el fruto de esa intensa, esmerada, paciente labor en el libro “Biblio-Hemeroteca. De la cultura tradicional y popular de la República Dominicana. Temática y por autores”. Son referencias documentales de gran valor que van a las casas y oficinas para que el investigador acuda a las fuentes con ese primer e imprescindible paso que es clave para sus búsquedas. La tarea inicial la realizó Xiomarita en esta útil obra que da títulos, temas, autores, fechas, páginas y el medio de comunicación en que se publicaron, en los casos de artículos, reportajes, entrevistas, semblanzas, biografías. Y lugares y fechas de edición, escritores, impresoras, número de páginas, si son libros.
Pero además, el ejemplar es un tributo a los padres del folklore nacional y a muchos de sus discípulos y seguidores, no sólo por el aporte de su bibliografía y el resultado de sus invaluables indagaciones. También figuran con sus fotos en una amplia galería, ilustrando esta edición tan bien cuidada, hermosa, nítida, que además de su contenido temático tiene la inestimable guía que representa su índice onomástico y el colorido de otras fotos alusivas a los tópicos que desarrolla.
Dominicanos
En estas casi 400 páginas hay abundante material para conocer al criollo a través del chenchén, las habichuelas con dulce, yaniqueque y batata, pescado con coco, chivo, lerén, pasteles en hoja, ron, la “bandera dominicana” o el mabí.
Sus jerigonzas, trabalenguas, “retajilas”, gestos, palabras prohibidas, usos y modismos se agregan a sus trajes típicos, indumentarias casuales, sayones, túnicas, mudas, vestidos de promesas, hábitos religiosos, mantillas y mantas.
En el volumen tienen espacio curanderos, ensalmadores, curiosos, botánicas, videntes, famosos brujos, remedios caseros, plantas alimenticias y medicinales entre las que pueden encontrarse virtudes atribuidas al apio, tamarindo, limón agrió, ruda, papa y repollo, melaza de caña, lechosa y salvia, el guayuyo y el “bay rum”.
La inmensidad de autores que recopiló Xiomarita Pérez hablan de cómo curar el agito, quitar el empacho, eliminar el asma y otras enfermedades.
En otro orden se da cuenta de la presencia de chinos, haitianos, ingleses, cocolos, judíos, árabes, canarios, en el capítulo de los inmigrantes, y en el de los festejos populares aparecen descripciones de convites, balsié, santos, santeros, concursos, serenatas.
Bongó, son, palos, atabales, quijongas, mabobas, carabiné, sarandunga, congos, gagá, bachata, son otras historias aunque no tan extensas y detalladas como las que la autora, titular de la Dirección Nacional de Folklore, recogió del merengue.
Esta Biblio-Hemerografía singular refleja también al nativo en sus cuentos, adivinanzas, refranes, poesías, cantos, romances, décimas, música y bailes, en sus amores campesinos y urbanos, en lenguaje, raza, esclavitud, rebeliones.
La negritud y el racismo ocupan representativas páginas.
Retretas, botijas, hispanidad, mulatos y cimarrones, casabe y oro, azúcar y política, antihaitianismo y toda la variedad de las viviendas se encuentran con la abundancia con que se proyecta la artesanía de especiales palomas, sombreros, gallitos, pilones en guano, bambú, cabuya.
Periodistas, sociólogos, antropólogos, compositores, bailadores, músicos y otros intelectuales dominicanos y extranjeros desfilan en estas notas como expositores de la identidad y, al mismo tiempo, coautores imprescindibles de este excepcional libro que es un retrato del dominicano hasta en el culto a la muerte, el baquiní, los velorios de angelitos, fías de finados, apodos en las esquelas, el luto, velas y nueve días, ofrendas al Barón del Cementerio y el invariable rito funerario que es común en la despedida final del ser querido de campos y barrios: “Ay, no se lo lleven”.
Paisajes, personajes populares, viviendas, alimentos, instrumentos musicales, agrupaciones religiosas y populares adornan el volumen en el que se pueden conocer las historias personales de los más destacados folkloristas nacionales, entre los que están con sus obras, biografías, fotos, Julio Alberto Hernández, Fradique Lizardo, Casandra Damirón, René Carrasco, Edna Garrido, Sócrates y Flérida Nolasco, Dagoberto Tejeda, June Rosenberg, Manuel Rueda, Pedro René Contín Aybar, Tomás Morel, Aída Cartagena Portalatín, José Guerrero, Carlos Andujar, Luis Alberti, José Antonio Alix.
También Manuel José Andrade, Jacob Coopersmith, Martha Ellen Davis, Carlos Esteban Deive, Carlos Dobal, Luis Emilio Gómez Alfau, Ramón Emilio Jiménez, Emilio Rodríguez Demorizi, Patín Maceo, César Nicolás Penson, Mario Emilio Pérez, Marcio Veloz Maggiolo, Manuel García Arévalo, Orlando Alba, Geo Ripley, Carlos Hernández Soto y otros. Suman miles los demás autores de diferentes trabajos relacionados con la cultura que aparecen en este novedoso compendio que Xiomarita preparó consciente de que “la mayoría de los libros de folklore son difíciles de conseguir” y preocupada porque la documentación contenida “se deteriorara, extraviara, o perdiera y todos nos quedáramos sin mi atesorada colección”.
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