Distintas fundaciones y organizaciones patrióticas del país conmemorarán hoy,
con una variedad de actos, la promulgación de la ley 1-13 que declaró el 12 de
Enero de cada año “Día de la Resistencia Heroica”, en reconocimiento a la
inmolación por la libertad y la democracia de los jóvenes Amaury Germán Aristy,
Virgilio Perdomo Pérez, Bienvenido Leal Prandy y Ulises Cerón Polanco, abatidos
en un combate desigual frente a más de 2 mil miembros de tropas de las Fuerzas
Armadas y la Policía Nacional durante el gobierno del doctor Joaquín
Balaguer.
La resistencia que ofrecieron los cuatro jóvenes revolucionarios, miembros del grupo Los Palmeros, frente a un poderío militar y político, el 12 de enero de 1972, hace hoy 41 años, hizo que el Congreso Nacional aprobara la referida ley en homenaje a su sacrificio, promulgada de inmediato por el presidente Danilo Medina.
La mañana del 12 de enero de 1972, los dominicanos despertaron en medio de un entresijo de rumores y acuartelamiento de tropas. Desde primeras horas ya se sabía que Amaury, jefe del grupo revolucionario Los Palmeros, estaba rodeado por tropas policiales y militares en una cueva, cerca del kilómetro 14 de la autopista Las Américas.
Sobre el hecho, el ex ministro de las Fuerzas Armadas, general José Miguel Soto Jiménez, escribe que a las 4:00 de la tarde el silencio de la cueva se llenó de rumores y que unas horas antes, cuando la mañana se hacía adulta, la ciudad fue tomada a punta de bayonetas y los soldados se veían por todas partes, entre los pasajeros de las guaguas, los patios de las casas, los cañaverales, las venduteras del mercado, las escuelas y de palmo a palmo en la Universidad Primada.
Mientras que Sagrada Bujosa, la viuda de Germán Aristy, recordó que los hombres de la estirpe de su esposo nunca mueren, como escribiera el poeta Manuel del Cabral que “hay hombres que van subiendo mientras más su ataúd baja”, y el historiador Euclides Gutiérrez Felix, testigo excepcional de la época y protagonista de luchas políticas contempóraneas, define el acontecimiento como “un sacrificio por la patria que nunca será inútil”.
Esta tarde, a las 5:30, los familiares de los cuatro revolucionarios se congregaron en la iglesia Las Mercedes, donde el padre Santiago Bautista, de la congregación franciscana, ofició una misa solemne en memoria de los Héroes de Enero.
El hecho de que cuatro jóvenes cayeran abatidos, tras enfrentar durante doce horas y producirle varias bajas a la artillería más pesada de la Policía Nacional y armas ligeras, de ninguna manera podría ser inútil. Más aún, cuando Germán Aristy y Virgilio Perdomo Pérez, solos, produjeran todas las bajas, ya que sus compañeros, Bienvenido Leal Prandy (La Chuta) y Ulises Cerón Polanco, fueron asesinados sin usar sus armas antes de la salida del sol. “Los atacaron por tierra y aire, en una lucha desigual y sin precedentes en la vida del país”, dijo Gutiérrez Félix.
El entonces secretario de las Fuerzas Armadas, contralmirante Ramón Emilio Jiménez, declaró al área de combate como “zona de Guerra” y desplegó 2,500 hombres en armas. El saldo fatal sumó 12 muertos y 7 heridos.
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La resistencia que ofrecieron los cuatro jóvenes revolucionarios, miembros del grupo Los Palmeros, frente a un poderío militar y político, el 12 de enero de 1972, hace hoy 41 años, hizo que el Congreso Nacional aprobara la referida ley en homenaje a su sacrificio, promulgada de inmediato por el presidente Danilo Medina.
La mañana del 12 de enero de 1972, los dominicanos despertaron en medio de un entresijo de rumores y acuartelamiento de tropas. Desde primeras horas ya se sabía que Amaury, jefe del grupo revolucionario Los Palmeros, estaba rodeado por tropas policiales y militares en una cueva, cerca del kilómetro 14 de la autopista Las Américas.
Sobre el hecho, el ex ministro de las Fuerzas Armadas, general José Miguel Soto Jiménez, escribe que a las 4:00 de la tarde el silencio de la cueva se llenó de rumores y que unas horas antes, cuando la mañana se hacía adulta, la ciudad fue tomada a punta de bayonetas y los soldados se veían por todas partes, entre los pasajeros de las guaguas, los patios de las casas, los cañaverales, las venduteras del mercado, las escuelas y de palmo a palmo en la Universidad Primada.
Mientras que Sagrada Bujosa, la viuda de Germán Aristy, recordó que los hombres de la estirpe de su esposo nunca mueren, como escribiera el poeta Manuel del Cabral que “hay hombres que van subiendo mientras más su ataúd baja”, y el historiador Euclides Gutiérrez Felix, testigo excepcional de la época y protagonista de luchas políticas contempóraneas, define el acontecimiento como “un sacrificio por la patria que nunca será inútil”.
Esta tarde, a las 5:30, los familiares de los cuatro revolucionarios se congregaron en la iglesia Las Mercedes, donde el padre Santiago Bautista, de la congregación franciscana, ofició una misa solemne en memoria de los Héroes de Enero.
El hecho de que cuatro jóvenes cayeran abatidos, tras enfrentar durante doce horas y producirle varias bajas a la artillería más pesada de la Policía Nacional y armas ligeras, de ninguna manera podría ser inútil. Más aún, cuando Germán Aristy y Virgilio Perdomo Pérez, solos, produjeran todas las bajas, ya que sus compañeros, Bienvenido Leal Prandy (La Chuta) y Ulises Cerón Polanco, fueron asesinados sin usar sus armas antes de la salida del sol. “Los atacaron por tierra y aire, en una lucha desigual y sin precedentes en la vida del país”, dijo Gutiérrez Félix.
El entonces secretario de las Fuerzas Armadas, contralmirante Ramón Emilio Jiménez, declaró al área de combate como “zona de Guerra” y desplegó 2,500 hombres en armas. El saldo fatal sumó 12 muertos y 7 heridos.
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