lunes, 9 de enero de 2012

Viriato Sención en la eternidad, murió en Estados Unidos.

POR JOSE CARVAJAL

Además de “Los que falsificaron la firma de Dios”, publicó novelas menos exitosas: “Los ojos de la montaña”, “Adrianita, qué oscura la noche” y “El pacto de los rencores” también dejó como legado un libro de relatos, quizá lo menos importante de su narrativa: “La enana Celania y otros cuentos”.

No tuvo mucho tiempo para disfrutar plenamente su último descubrimiento. Lo maravilló el poder acceder instantáneamente y sin costo alguno a una biblioteca interminable de clásicos que decidió leer con mucho trabajo en la pantalla de su computadora portátil. Y cuando algo le iba mal con el aparato, esperaba paciente a que su nieto reparara esa arteria intelectual que le alimentaba la vida en un pequeño poblado de Pensilvania.

Pero hoy Viriato Sención ha muerto. Perdió la batalla después de largos meses sometido a un riguroso régimen de diálisis tres o cuatro veces por semana en un hospital de cuyo personal estuvo siempre agradecido. Las enfermeras lo mimaban y él, empequeñecido por los males que lo aquejaban, se dejaba “añoñar”; era su licencia perfecta para que aquellas “mujeres tan hermosas” —como decía— hicieran de él lo que quisieran y no provocaran con tantos mimos los celos de su amada Milagros, que lo acompañó por cuarenta y cinco años sin imaginarse que algún día lo vería morir poco a poco en otro país.

Fallecido Viriato, el mundo sigue. A unos les toca primero y a otros nos tocará después, porque la vida no es sino el camino seguro hacia la muerte. Y queda lo que hicimos en este mundo; todas las cosas buenas y las malas se unen en la memoria de los que sobreviven al difunto.

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