miércoles, 13 de febrero de 2013

FOLCLOREANDO Juan Sandoval (Guancho)

Xiomarita Pérez
xiomaritabaila@gmail.com

En el año 1970 fue en realidad que me inicié en el baile. En 1968 lo que hacía era escuchar música en La Voz del Trópico a las 5:00 de la tarde, con güira, tambora y acordeón, precisamente por una vergüenza que me hizo pasar una amiga de mi hermana Milagros, porque no sabía bailar, aunque nuestros padres iban a los bares con nosotras. Pero valió la pena la vergüenza. Ya cuando me incorporo al grupo de baile del Colegio Santa Clara tengo claro lo que es el ritmo y los compases. Mi profesor fue Juan Sandoval (Guancho). Como el colegio era de hembras hacía el rol masculino.

Bailábamos merengue, mangulina y el carabiné de salón. Recuerdo que nos presentamos en el colegio Don Bosco en un festival folklórico organizado por Guancho y Pachy Gerónimo.

Entré a la UASD en 1973, pero un año y medio antes Guancho me preguntó que si quería bailar en los XII Juegos Centroamericanos y del Caribe, ensayando con los integrantes del Ballet de la UASD y no lo pensé dos veces. Ensayábamos en el Liceo Estados Unidos, y luego en el Centro Olímpico.

Fue inolvidable esa experiencia. Ensayábamos diario. ¡Qué pela! Y luego tomé baile como deporte y fue la nota más alta del semestre 99.9.

Todo lo que escribo viene a colación para plasmar en esta columna un agradecimiento especial a Juan Sandoval (Guancho), porque parte de mi formación en el área folclórica se la debo a él, a “vainita”, mi primer profesor y luego compañero en el grupo de la UASD, donde compartimos, además de viajes dentro y fuera del país, la vecindad por mucho tiempo en el ensanche La fe, luego de tener ambos nuestra familia.

Lo único que no heredé de mi profesor fue el no conteo en la coreografía de los bailes, ya que tenía tanto dominio en los compases que no necesitaba hacerlo, y por eso se consideraba una “estrella”.


El domingo, Día Nacional del Folklore, me visitó y compartimos con otros compañeros y me dijo una expresión que solo la dicen los que son capaces de reconocer que existen los relevos: “Xiomarita, me siento orgulloso de que tú fuiste mi alumna y que ahora hayas obtenido tantos logros”.
Fuente Listín Diario

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