
Bailábamos merengue, mangulina y el carabiné de salón. Recuerdo que nos presentamos en el colegio Don Bosco en un festival folklórico organizado por Guancho y Pachy Gerónimo.

Fue inolvidable esa experiencia. Ensayábamos diario. ¡Qué pela! Y luego tomé baile como deporte y fue la nota más alta del semestre 99.9.
Todo lo que escribo viene a colación para plasmar en esta columna un agradecimiento especial a Juan Sandoval (Guancho), porque parte de mi formación en el área folclórica se la debo a él, a “vainita”, mi primer profesor y luego compañero en el grupo de la UASD, donde compartimos, además de viajes dentro y fuera del país, la vecindad por mucho tiempo en el ensanche La fe, luego de tener ambos nuestra familia.
Lo único que no heredé de mi profesor fue el no conteo en la coreografía de los bailes, ya que tenía tanto dominio en los compases que no necesitaba hacerlo, y por eso se consideraba una “estrella”.
El domingo, Día Nacional del Folklore, me visitó y compartimos con otros compañeros y me dijo una expresión que solo la dicen los que son capaces de reconocer que existen los relevos: “Xiomarita, me siento orgulloso de que tú fuiste mi alumna y que ahora hayas obtenido tantos logros”.
Fuente Listín Diario
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