Los que abogan por la legalización de los narcóticos, como el sr. Vicente Fox ex presidente de Méjico, tienen varios puntos a tomarse en cuenta:
1)De legalizarse habría un control de calidad, por parte del estado, de los diferentes productos.
2) La competencia entre las diferentes compañías productoras se haría a nivel de “publicidad controlada” (como la de los cigarrillos)
3) Ni hablar del dinero que le entraría al estado por vía de los impuestos.
4) y todo esto lo adorna la hipótesis de que “es más fácil y económico rehabilitar al adicto que combatir el problema”.
Para estar de acuerdo o no, tendríamos elementos de juicio si analizáramos que paso durante la famosa ley seca que se vivió en Estados Unidos desde 1919 hasta 1933.
La ley Volstead, como se bautizo esta ley en honor al congresista que tomo la iniciativa para que entrara en vigor la 18 enmienda de la constitución de los Estados Unidos en el 1919, prohibia la producción, distribución y consumo de toda bebida alcohólica. Dicha prohibición se hizo efectiva en todo el territorio de los Estados Unidos el 16 de enero de 1920.
Las consecuencias no se hicieron esperar. Se organizaron bandas (lo que hoy serian carteles) para la distribución del alcohol, estas acompañadas de fuerza de choques (Sicarios) que andaban con metralletas ya que las diferentes bandas se robaban unos con otros, la corrupción a nivel policial se intensifico al igual que los funcionarios civiles encargados de combatir el tráfico de alcohol, aparecieron las instituciones que lavaban el dinero sucio, en fin, todo los males que hoy se ve en el trasiego de los narcóticos, aparecieron con la prohibición de la bebidas alcohólicas.
Este estado de cosas desapareció cuando en 1933 Los EE. UU. Derogaron la ley seca como consecuencia de la injusticia, corrupción generalizada y creación del crimen organizado que estuvo vigente durante el tiempo que duro esta Ley.
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