Apenas 24 horas y sin siquiera haber lanzado una pelota le duró a Stephen Strasburg el título simbólico del pitcher mejor pagado de la historia.
Gerrit Cole pactó con los New York Yankees —tal como se esperaba— por nueve temporadas y 324 millones de dólares, que no sólo es el mayor contrato para un serpentinero, sino el cuarto más alto en cantidad de dinero en toda la historia del béisbol.
Sólo Mike Trout (428 millones), Bryce Harper (330) y Giancarlo Stanton (325) superan en monto a Cole, quien con su llegada a Nueva York convierte a los Yankees en favoritos automáticos para ganar la Serie Mundial.
Además, también será el lanzador con mayor salario anual como promedio, con 36 millones, uno más de lo que ganará Strasburg con los Washington Nationals.
Para semejante acuerdo se dio una tormenta perfecta, en la que confluyeron su calidad indiscutible que lo convertía en la pieza más codiciada del mercado, la necesidad urgente del equipo de romper una sequía de diez años sin ganar un título (lo cual no está garantizado con Cole) y la mano de su agente Scott Boras en las negociaciones.
Boras aprovechó que los Nacionales le dieron a su también cliente Strasburg la cantidad que los Yankees habían ofrecido originalmente por Cole, para subirle el precio y se apoyó en el deseo de Los Angeles Angels por conseguir sus servicios a toda costa. Se estableció una puja que terminaron ganando los Mulos de Manhattan.
Luego de dos años brillantísimos con los Houston Astros, el derecho llegará a encabezar una rotación que de repente pasa de ser dudosa a sólida.
Tomado de Espn Deportes
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