El
realizador Bladimir Abud defiende un cine sincero con un sentido estético por
encima de las ganancias económicas.
El cineasta Bladimir Abud (Samaná, 1974) lo tiene claro; su intención a la
hora de ejercer su oficio pretende decantarse por un cine honesto, poético y que
llame a la reflexión. En medio de la postproducción de su cuarto largometraje,
“A orillas del mar”, a Abud le interesa regresar al camino de su primera
película, “La lucha de Ana”, un drama social con una marcada inclinación a
alejarse de las socorridas comedias que se realizan en el país.
Un género que pese a esta postura él mismo sucumbió en su segundo filme, “Los Súper”, en 2013.
“No pretendo hacer dinero con esta película; es una película de arte”, ha declarado Abud, quien entiende que aunque la sociedad dominicana es difícil, hay que defender sus ideales.
Con estas declaraciones parecería que tiene la intención de ir en contra de la corriente, pero esa es también la intención de un grupo de jóvenes creadores del cine local que se encuentra en la búsqueda de un lenguaje, al tiempo que sacan el filón estético al cine.
Considera que este tipo de películas tiene más salida en mercados foráneos. “En la medida en que hagamos películas sinceras, va a interesar más al público internacional”, sostiene, tras precisa que desde ya hace trámites para llevar esta nueva cinta a festivales.
A este filme ha puesto, según dice, tintes antropológicos, ya que describe lo que es el dominicano en Samaná, qué hace, cómo vive, el folclor. “Para el mundo eso es interesante ver un poco de antropología, y también está la historia y el contexto sociocultural”, indicó.
“A orillas del mar”, que ha rodado entre Samaná y Santo Domingo, es la historia de Pedro, un niño que emprenderá la búsqueda de su padre, un pescador que desapareció en el mar.
Dos películas en un año
Abud ha terminado el rodaje de la presente sin haber estrenado aún “Suplicio”, un experimento que realizó el año pasado y que rodó en un solo día. La razón por la que esta no ha llegado a las pantallas, según ha explicado el realizador a este diario, fue por falta de espacio en las programaciones de las exhibidoras. Este año tiene la intención de estrenarla.
Un género que pese a esta postura él mismo sucumbió en su segundo filme, “Los Súper”, en 2013.
“No pretendo hacer dinero con esta película; es una película de arte”, ha declarado Abud, quien entiende que aunque la sociedad dominicana es difícil, hay que defender sus ideales.
Con estas declaraciones parecería que tiene la intención de ir en contra de la corriente, pero esa es también la intención de un grupo de jóvenes creadores del cine local que se encuentra en la búsqueda de un lenguaje, al tiempo que sacan el filón estético al cine.
Considera que este tipo de películas tiene más salida en mercados foráneos. “En la medida en que hagamos películas sinceras, va a interesar más al público internacional”, sostiene, tras precisa que desde ya hace trámites para llevar esta nueva cinta a festivales.
A este filme ha puesto, según dice, tintes antropológicos, ya que describe lo que es el dominicano en Samaná, qué hace, cómo vive, el folclor. “Para el mundo eso es interesante ver un poco de antropología, y también está la historia y el contexto sociocultural”, indicó.
“A orillas del mar”, que ha rodado entre Samaná y Santo Domingo, es la historia de Pedro, un niño que emprenderá la búsqueda de su padre, un pescador que desapareció en el mar.
Dos películas en un año
Abud ha terminado el rodaje de la presente sin haber estrenado aún “Suplicio”, un experimento que realizó el año pasado y que rodó en un solo día. La razón por la que esta no ha llegado a las pantallas, según ha explicado el realizador a este diario, fue por falta de espacio en las programaciones de las exhibidoras. Este año tiene la intención de estrenarla.
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