jueves, 11 de julio de 2013

Gilberto Santa Rosa derrocha pasión en Broadway

El cantante debutó anoche en Broadway con la reposición del musical Forever Tango.

Había una vez un cantante puertorriqueño, salsero, específicamente, que luego de décadas de carrera musical, una noche se transformó en intérprete de tango.
Así se puede resumir el debut del cantante Gilberto Santa Rosa anoche en Broadway con el musical Forever Tango, el cual se llevó a cabo en el teatro Walter Kerr, y donde demostró que a la hora de interpretar es capaz de
ponerse cualquier sombrero, incluso, el de tanguero. “El Caballero de la Salsa” se tranformó en pura pasión al cantar y bailar una serie de números en la reposición de este espectáculo, escrito y dirigido por el argentino Luis Bravo.

Una impecable orquesta de 11 músicos, entre ellos cuatro veteranos bandeonistas capaces de estrujar el corazón, sirvió para llevar al intérprete boricua por siete magníficas interpretaciones, entre ellas sus éxitos Si te dijeron, Conciencia y Que alguien me diga, con arreglos de tango. Las nuevas versiones de estos clásicos del vocalista fueron acertadas, ya que no fueron dramáticas, sino que se les realizaron pequeños cambios que transformaron las melodías en piezas más románticas que Santa Rosa dominó de principio a fin.

Forever Tango abarca desde el nacimiento de esta danza en las calles de Buenos Aires a fines del siglo XIX hasta sus manifestaciones más modernas. No hay personajes fijos, sino que son más bien viñetas, que se hilvanan a través de la música y el baile.

La primera aparición de Gilberto Santa Rosa surgió en la segunda melodía del musical, cuando salió al escenario transformado en el dueño de un burdel de Buenos Aires de principios del siglo XIX, acompañado de varias mujeres a su alrededor. Con sombrero de ala ancha blanco y en estricto traje oscuro, el artista derrochó elegancia en esta primera aparición en la que no cantó, sino que dio algunos pasos, acompañado por experimentadas bailarinas. El artista se defendió lo mejor que pudo, mostrando seguridad plena al dar pasos básicos sin errores, mientras caracterizaba con humor y dramatismo su personaje. Si bien no deslumbró con el baile, sí lo hizo posteriormente con su voz, la cual no falló ni en una sola nota.

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