Por JOSE C. NOVAS
El gobierno dominicano bajo su plan de austeridad cerrará las oficinas de la Junta Central Electoral en el exterior. Esas oficinas, además de emitir documentos y organizar procesos electorales, tienen a su cargo otros aspectos, vitales para los dominicanos que residen en el exterior.
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El cierre constituye un golpe por la espalda a la comunidad del exterior que, de acuerdo con las estadísticas, aporta la tercera parte del producto interno bruto a la economía del país. Así de simple. Ya al pueblo dominicano (de allá y de acá) lleva sobre sus hombros la carga de la reforma fiscal, medida que -según las autoridades- era necesaria para evitar que las instituciones del gobierno colapsaran. El cierre de dichas dependencias para mi es un colapso y lo terrible es que los diputados de ultramar, no han dicho ni pío.
Yo me pregunto: ¿Cómo escogerán en el exterior a los miembros cámaras en las próximas elecciones? Si se cierran esas oficinas, no es posible para la mayoría viajar al país a sacar documentos, registrarse y regresar a votar donde vive.
Ah, a propósito de los diputados de ultramar, llevan ya cinco meses de juramentados y hasta ahora no emanado una ley que beneficie a los que votaron por ellos; siete flamantes diputados para el exterior, llevan cinco meses cobrando en grande, como se sabe cobran los diputados dominicanos y nada.
Un día, de tanto caer la gota sobre la piedra, le hace un hoyo. Los pueblos a los que se pisotea y no se le da respiro, en su momento estallan en ira y con sus acciones coléricas dejan todo resuelto, no olviden ese detalle, señores diputados de ultramar. Es tiempo para que justifiquen el salario que reciben, por Dios.
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