
Cuenta que su vida era un autentico infierno, y que nada ni nadie lo detenía hasta que llegó por tercera vez al recinto carcelario, donde tuvo una experiencia espiritual transformadora, la cual produjo el nacimiento de un hombre Nuevo. Aunque Salvador Sabino continua rondando las duras calles de Nueva York, ahora marcha al son de otro tambor: Jesucristo.
Ahora su tiempo y energía va en rescate de aquellos a los cuales suplía y hacia víctimas con las drogas, la violencia y el crimen.
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